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ESTE BLOG PRETENDE MOSTRAR LAS BELLEZAS NATURALES Y ETNOGRÁFICAS DE LA ZONA NOROCCIDENTAL DE MARRUECOS. PERTENECE A UN GRUPO DE AMIGOS QUE DESDE 2003 PRACTICA EL SENDERISMO TODOS LOS DOMINGOS POR LOS ALREDEDORES DE TETUÁN. CONTACTO: gorgueste@gmail.com

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MONOGRÁFICOS.

viernes, 6 de septiembre de 2013

DHAR HAJAR Y FAHS LEMHAR EN EL HAOUZ


El pequeño pueblo de Djar Hajar está situado entre la región de Anjera y el Haouz en el contacto entre las calizas de la dorsal calcárea y la capa de Tisirene.

Este recorrido se realiza  por el Haouz y una parte de él ya ha sido descrito en el documento de este blog titulado  "Fahs Lemhar " aunque éste empieza en la vertiente oeste mientras que el otro lo hacía en la oriental a partir de Oued el Lil.
El Haouz es la cadena montañosa situada al norte de Tetuán que empieza después del Jbel Dersa; tiene una composición semejante a la dorsal calcárea que se extiende desde el Jbel Gorguez hacia Chaouen, pero con algunas particularidades. Los estratos calizos están casi verticales, reposan sobre  materiales de la Era Primaria en la zona oriental y cabalgan sobre la capa de Tisirene en el oeste.
Es de destacar los llamativos  contactos entre las capas de dolomías oscuras y de calizas blancas, así como las diaclasas y fallas que rompen los estratos, los lapiaces muy desarrollados en algunos lugares y los numerosos manantiales que brotan en los límites entre la caliza y los materiales subyacentes.

Debajo de la gran roca que preside Djar el Hajar hay una cascada.

Mapa geológico de la zona.



Corte geológico.

La morfología de esta montaña es de dos o tres alineaciones de crestas paralelas, con dirección norte sur, cuyas alturas no sobrepasan los 840 m,  entre las que aparecen, a unos 500 m de altitud,  unas depresiones o cubetas  más o menos anchas con fondo plano, rellenas de materiales cuaternarios.


Mapa topográfico con el recorrido en rojo

El recorrido se inicia tomando la carretera que va a El Khemis de Anjera y que comunica Tetuán con Ksar Sghir pasando por Melloussa. Parte de la antigua carretera ha sido cubierta por el agua del embalse del Oued Ras y ha debido ser desviada. Debido a los numerosos camiones cargados de piedra que la recorren todos los días está en un estado lamentable.
Cuando se llega al muro del embalse hay que coger la pista de la derecha que sube a la cantera de Cuesta Blanca, en cuya entrada se dejan los coches. Se puede acceder por otros lugares para llegar a Djar el Hajar, en alguna ocasión hemos iniciado el recorrido desde el pueblo de Taghramt, pero actualmente no es aconsejable por la gran cantidad de canteras que han abierto.

Embalse del Oued Ras antes de llenarse.

Cola del embalse con la antigua carretera aún al descubierto.

Situación del recorrido sobre el google earth. La mancha blanca de la izquierda es la cantera desde donde se inicia el recorrido.

Entrada a la cantera de Cuesta Blanca donde se dejan los coches. En esta foto de 2006 se estaba iniciando la explotación.

Cayendo rocas durante una explosión en la cantera.

La cantera en 2012 con la colina de la izquierda prácticamente desmontada.


El rápido desarrollo urbanístico de la zona norte comprendida entre Tánger y Tetuán  ha necesitado enormes cantidades de roca caliza que se ha extraído mayoritariamente de estas montañas. En muy pocos años se ha construido el Port Med, embalses, numerosas urbanizaciones en la costa, carreteras, autopistas y los núcleos urbanos han tenido un desmesurado crecimiento urbanístico. Las canteras se fueron abriendo por doquier y en pocos años han ido dando enormes dentellada a estas montañas, que además de estar cercanas, tienen una caliza de muy buena calidad.


Debajo de la zona donde se dejan los coches se abre un valle por donde discurre un riachuelo y se divisa esta formación tobácea originada por el agua que cae en cascada.

Actualmente el paraje está muy afectado por los desmontes de la cantera.

Además de los desmontes, numerosos deslizamientos de los materiales sueltos de la cantera están tapando el valle.

Formas típicas originadas por el depósito del carbonato cálcico que lleva el agua.

A pesar del deterioro del entorno, aún se conservan bellas estructuras tobáceas.


Desde la cantera hay que bajar al fondo del valle y buscar el sendero que parte de lo alto de las tobas y que conduce al pueblo de Djar el Hajar. 

Aunque el pueblo está próximo, no se ve porque queda debajo de la peña de la izquierda.

Antes de descender, a la izquierda, está el viejo cementerio.

Así se ve el bloque "la joroba de piedra" que da nombre al pueblo.

Así se ve el pueblo desde arriba.

Original parabólica

Las gallinas se pasean libremente por el pueblo entrando y saliendo a través de la empalizada.

Impresionante acebuche.

Vista del  pueblo desde la fuente situada al lado  oeste. En el centro se ve la casa del caïd.

La puerta de entrada conserva un bonito arco lobulado que cada año lo pintan de diferente color. El blanco y rosa  que aparece en la  foto primera ha sido cambiado por el verde y rojo y después por el rosa y azul de la foto de abajo.

Cada año que pasa, los muros de la casa se van desmoronando y se van perdiendo las huellas de su antiguo esplendor, cuando el Cherif de Uazan venía a cazar a estas tierras acompañado de su mujer inglesa y montaban las tiendas en las huertas.

Entrada señorial a  una casa convertida en establo.

 Patio de la casa del caïd.

Escalera de la casa del caïd con nuestras botas y bastones.

Dormitorio.

Fuente en el suelo de la cocina.

La fuente del pueblo es muy original y siempre tiene mucho caudal, incluso en los años de sequía, a lo largo de nuestras visitas ha ido cambiando de color.
La fuente del pueblo en  noviembre de 2005.

En mayo de 2007.

El típico sombrero de la mujer de Jebala en la hornacina de la fuente.

En mayo de 2009.

En octubre de 2012.
Detalle de la hornacina.

Molino de agua.


En el pueblo se construyó una casa rural gracias a un proyecto de cooperación italiano para el desarrollo rural pero nunca la hemos visto funcionar.
Una vez visitado el pueblo hay que deshacer el camino y dirigirse hacia el este en busca de la vertiente que mira al mar. Durante el recorrido se observan rocas con formas curiosas.

Ésta parece un gigante con la boca abierta mirando hacia arriba.



Algunas rocas con formas fálicas entre el sotobosque de lentisco.

Los bosques de araar y acebuche, que debieron cubrir toda la región, están muy degradados o han desaparecido y la masa arbustiva de lentiscos que queda, en los cada vez más escasos lugares, está siendo arrancada para obtener carbón vegetal. El problema es que utilizan las raíces. Cuando se aproximan las fiestas del Aït es frecuente encontrar numerosas carboneras.

Preparando la carbonera de lentisco. 

Preparando la carbonera con raíces.

Carbonera en estado avanzado de carbonización.

Detalle del araar:  Tetraclinis articulata.

En la parte alta del pueblo aún se conservan algunos bosquecillos de araar entre los que pastan los caballos y vacas.

En la parte alta se forman extensas depresiones casi planas con suelo arcilloso sobre el que crece el pasto que permite el mantenimiento de un importante cabaña comunal de vacas, caballos, burros, ovejas y cabras.

Burros sueltos.
Los caballos pertenecen a los habitantes de los pueblos circundantes y  viven en libertad mientras no se necesitan para las tareas del campo.

 Vacas y caballos dentro de un cercado.

Vacas, caballos y burros pastan libremente, pero las cabras y ovejas siempre están vigiladas por los pastores a los que es frecuente encontrar solos o en grupos.

El agua de lluvia traza cauces improvisados y se acumula en pequeñas cubetas formando lagos provisionales que se secan en verano o bien se acumula en la capa superficial  del subsuelo y alimenta pozos de poca profundidad.  
Panorámica de la depresión de Fahs Lemhar atravesada por un cauce abierto por el agua de lluvia.

Lago ocasional.

Lago cubierto con flores blancas de ranúnculos de agua.

Día de lluvia en Fahs Lemhar.

Lago y vacas en Fahs Lemhar.

Cuando escasea el agua durante el verano, hay que recurrir a la almacenada en los numerosos pozos que se han construido.

Al final del verano es frecuente encontrar a muchos animales muertos, debilitados por la falta de pasto, pero sobre todo a causa de las sangüijuelas que proliferan en las escasas charcas de agua corrompida. Al tragarlas se adhieren a la garganta y no solo van desangrando al animal sino que al hincharse le impiden que respire bien. 

Esta vaca moribunda sangraba por la boca.

Esta otra acababa de morir.

Caballo muerto atacado por animales carroñeros. Lo más frecuente es ver chovas y grajos sobre los animales que acaban de morir, pero tal vez también se los coman los perros de los pastores, los zorros y chacales. Al final del verano sobrevuelan estos parajes algunos buitres que están en migración.

En las praderas son muy abundantes las alcachofas silvestres.

Algunos narcisos.

Donde se conservan los lentiscos o los acebuches es muy abundante el Smilax

En general, en la zona de pasto, el bosque ha desaparecido y solo queda algún viejo acebuche, como el de la foto, arruinado por la poda excesiva de ramas para dar de comer al ganado.

La vertiente de la cadena montañosa que da al mar tiene paredes verticales y hay que buscar los collados para pasar.

Entre los lapiaces crecen majuelos arbóreos que han podido sobrevivir gracias a la humedad que aportan las frecuentes nieblas, también se pueden encontrar algunos tejos centenarios en muy buen estado de conservación, aunque la mayoría están muy deteriorados.

 Ejemplar de majuelo arbóreo con el grueso tronco recubierto de musgo y helechos.

Acebuchar degradado con el embalse de Smir y Cabo Negro al fondo.

El pueblo del Kouf.

Praderas usadas como campos de fútbol.

 

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