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ESTE BLOG PRETENDE MOSTRAR LAS BELLEZAS NATURALES Y ETNOGRÁFICAS DE LA ZONA NOROCCIDENTAL DE MARRUECOS. PERTENECE A UN GRUPO DE AMIGOS QUE DESDE 2003 PRACTICA EL SENDERISMO TODOS LOS DOMINGOS POR LOS ALREDEDORES DE TETUÁN. CONTACTO: gorgueste@gmail.com

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MONOGRÁFICOS.

sábado, 17 de diciembre de 2011

EL JEBEL ÂKRA EN EL PARQUE NACIONAL DE TALASSEMTANE (4/12/2011)

El jebel Âkra (el calvo), con sus 2.159 m de altitud es el pico más elevado de la dorsal calcárea y el segundo de la cordillera del Rif después del Tidirhine, el cual supera los 2.400 m. Durante el invierno es frecuente divisar su cumbre pelada, destacando sobre el resto de las montañas por la blancura de la nieve que la recubre. Los neveros, formados por la acumulación de nieve durante las ventiscas, pueden conservarla sin fundir hasta el mes de junio.
La zona donde está enclavado da nombre al Parque Nacional de Talassemtane y guarda aún bosques de abetos (Abies maroccana ) muy bien conservados.


Jebel Âkra desde Bab Taza

Mapa topográfico 1/50.000 de Bab Taza con el recorrido realizado por la pista que sale de Bab Taza hasta la casa forestal de Talassemtane.
Un collado enlaza el jebel Tissouka, situado a la izquierda, con el jebel Âkra que asoma a la derecha,
ambos vistos desde Bab Taza.

La geología de esta montaña es semejante a la del resto de la dorsal calcárea, aunque tiene sus particularidades. En general encontramos estratos inclinados que contienen materiales desde el Triásico al Cretácico, en los que se observan: dolomías de grano fino, calizas dolomíticas tableadas, calizas grises, calizas microcristalinas con fósiles y margas.


Mapa geológico recortado del general del Rif.

Corte geológico subiendo la pista hacia Talassemtane.

En la cumbre del jebel Âkra se ve muy bien la inclinación de los estratos calizos.

También están muy desarrolladas las formaciones externas e internas típicas de las calizas. Aquí se observa un  lapiaz en surcos sobre los estratos de la cima, pero además puede verse áun más desarrollado en otros parajes a lo largo de la pista. Hay que destacar que en el Parque hay numerosas grutas y simas muy interesantes donde practicar la espeleología. Al fondo se ve el jebel  Tissouka.

En la cumbre se observan también algunas depresiones pequeñas o dolinas en las que se pueden formar lagos ocasionales cuando se acumula el agua de la lluvia y del deshielo. La disolución de la caliza es la responsable de la creación de estas estructuras, y en su fondo quedan los depósitos de arcilla (de color marrón en la foto) que constitutían las impurezas de estas rocas. Al fondo se observa el jebel Tissouka y el collado entre ambos por donde pasa una interesante ruta de senderismo para ir desde Chaouen hasta Akchour.


En algunas capas se encuentra una gran acumulación de conchas fosilizadas, espículas de erizos, crinoideos y restos de seres marinos.


El mar está muy cercano y los ríos que bajan desde las montañas tienen que salvar grandes desniveles en un corto recorrido, por lo que han excavado profundas gargantas de una gran belleza como las que encontramos en Akchour y en la región de Asifane. En la foto desde la cumbre del jebel Âkra hacia el mar se observa uno de estos valles donde se encuentra un menos conocido "puente de dios" que el más visitado del río Ferda.

El otro "puente de dios". Los manantiales que bajan de ambas laderas del valle hacia el río principal, situado en el fondo, han formado depósitos tobáceos que se han juntado y creado un auténtico puente sobre el río. La pasarela es esa gran planicie desde cuyos bordes se contempla el precipio que da al fondo del río y desde la cual descienden cascadas a ambos lados. En la foto se observa uno de los lados del puente y las figuras humanas dan idea de la altura del precipicio. Este lugar lo visitamos en julio de 2006 y nos pareció una maravilla.

Llegando a la cumbre del Âkra la vegetación desaparece y solo quedan los canchales calizos. Aunque el estrato arbóreo ha desaparecido, la vegetación que sobrevive es muy interesante.

La presencia de los bosques de abetos es más que suficiente para justificar una visita al Parque; cuando se está en medio de ellos desaparece la idea que se tiene de los paisajes de Marruecos y uno se siente desorientado, porque más bien parece que está en Suiza o en Canadá;  más aún si la visita se hace durante el invierno y se los encuentra nevados.

Abetal (Abies maroccana) bien conservado de Talassemtane.

La altura de algunos abetos es impresionante;  la pequeñez de la figura humana nos da idea de su tamaño.

Paisaje del parque con los enormes abetos y los pequeños arces y arbustos que los acompañan.

Detalle de la distribución de las acículas del abeto formando cilindros a lo largo de los tallos.

Diferenciarlo del Abies pinsapo es difícil, los estudios genéticos dirán si es otra especie o no.

Arce campestre (Acer campestre). Es un arbolillo de hoja caducifolia que tiene copa redondeada. Habita sobre todo en las zonas calizas donde hay un ambiente húmedo y aquí está siempre acompañando a los abetos. En estos bosques aparece también un arce que es un endemismo bético-rifeño, el Acer opalus subespecie granatense de hoja trilobulada un poco más grande que la del anterior, pero a veces difíciles de distinguir.

Suelo del bosque cubierto de hojas secas de arce. Durante el otoño las hojas se tiñen de una gran variedad de rojos que llena de policromía los abetales.

En las zonas más altas se inicia el bosque mixto de abetos y cedros (Cedrus atlantica) y en las cumbres estos últimos son mayoritarios. Su excelente madera ha provocado la tala masiva y a veces sólo quedan algunos viejos ejemplares.

Cedro con conos.

Las acículas de los cedros son más estrechas que las de los abetos y se unen en ramilletes, por lo que se distinguen con facilidad unos de otros, además el porte del cedro suele ser más extendido y el color verde es más claro que en el abeto.

El ascenso hasta la casa forestal de Talassemtane se puede hacer en 4x4 o a pie desde diferentes puntos y desde allí apenas hay una hora y media de subida a la cumbre del jebel Âkra.
La pista está en bastante buen estado para los todoterreno, va desde Bab Taza hasta Talambote pasando por Beni M' hamed y Taourat, donde hay casas rurales para dormir. Si no se tiene coche, tanto en Chaouen como en Bab Taza se pueden conseguir.
La subida a pie puede hacerse por numerosos sitios, bien utilizando la misma pista de los coches desde Bab Taza, o por senderos que parten de Chaouen, Akchour o desde Chefarat. Si se hace a pie hay que tener en cuenta que los recorridos citados son largos para ir y volver en el mismo día, aunque pueden hacerse.

Vista de Bab Taza desde la pista de subida.

Restos de algún campamento español en Bab Taza. Está en el inicio de la pista de subida junto a  un antiguo poblado del que se conservan algunas casas y la iglesia. 

Aunque la mayoría de las nuevas construcciones de Bab Taza son bloques de vivienda como las de cualquier barrio periférico de una ciudad, en las afueras y junto a la pista de ascenso se pueden observar viviendas que han mantenido la arquitectura tradicional. Son cuadrangulares, con un patio central, muros de barro con la base de piedra y tejados de chapa.

Aunque con algún bache, en la foto se puede apreciar que el estado de la pista es bueno.

Durante el ascenso a veces parece que se está más cerca del jebel Tissouka que aparece en la foto, que del jebel Âkra.

En estas praderas se ha construido un área recreativa con mesas. Cuando fue tomada esta foto en el 2006 estaba ocupada por tiendas de pastores que vigilaban las vacas y las ovejas del ataque de los chacales, junto a ellos montamos las nuestras para pasar la noche. Desde el fondo del valle donde se inicia el bosque hay una bajada espectacular a Majjou (o Maghu) ya que hay que salvar el fuerte desnivel de unos acantilados.

Casa forestal de Talassemtane en 2006. Siempre hemos compartido nuestro té con los guardas forestales, pero en esta última visita no los hemos encontrado.

El agua fresca de la fuente no solo se usaba para refrescar la sandía, también para calmar la sed y el sudor de los senderistas. Ahora no había agua.  Aunque debajo de la casa forestal hay otra fuente.

Durante todo el recorrido las vistas del bosque son bellas, pero cuando se asciende a la cumbre, su elevada altura y la ausencia de árboles permiten contemplar amplias panorámicas en todas las direcciones, sobre todo si el día es soleado y la atmósfera está limpia. En esta, hacia el este, se ve el Tisirene. 

El radiente sol no ha logrado derretir la nieve de este nevero de la vertiente norte. Al fondo de la foto está el mar Mediterráneo del que se divisa la costa entre Bou Ahmed y Jebha.

Valle que desemboca en Bou Ahmed.

El mismo valle cubierto de niebla en junio de 2006.

Hacia el noroeste se ve la dorsal calcárea; la montaña del fondo es la zona de Islan y el Kelti (Beni Hassan),  y entre ambos se sitúa la zona de Akchour y el valle del Lau.

En las estribaciones de la montaña, hacia del fondo del valle, se divisan algunos pueblecitos.

Desde la máxima altura, hacia el sureste, por encima del Tisirene, se ven las cumbres nevadas del Tidirhine y más al sur se difuminan las montañas totalmente blancas del Medio Atlas.
Tal vez en el pasado, la esbelta torreta de vigilancia contra incendios tuvo que erguir su figura compitiendo con los elevados cedros que la rodeaban para poder cumplir bien su misión.
Desgraciadamente hoy la rodean extensas zonas donde el bosque ha desaparecido, y si no se para su destrucción esta ruinosa silueta cada día tendrá menos árboles que vigilar.

Vacas junto a un cedro centenario. En estas zonas de montaña aún se conserva la tradición, como en el Hauz, de dejar al ganado comunal libre en el bosque sin nadie que lo cuide, cuando se necesita vender una vaca o utilizar su carne, una cuadrilla de hombres sube a buscarla armados de rifles, la matan de un tiro y la descuartizan allí donde la han encontrado.

En junio de 2006 encontramos a este grupo en plena tarea; al acabar cada uno cargó con una gran pieza de la res y se fueron montaña abajo hacia los coches que habían dejado en la pista.

Curisa bola que ha crecido entre las ramas de un abeto. Ahmed Idrissi se ha subido para servir de escala.

De vuelta de la cumbre, parte del grupo prepara la comida en el área recreativa de la casa forestal de Talassemtane.













martes, 18 de octubre de 2011

JEBEL SOUNNA - SOUKNA - SOUGNA (CHAOUEN-TANAKOUB)


El Jebel Soukna es una prolongación del Bouhachem y por tanto, a nivel geológico, está formado por las mismas areniscas numedienses en las que tanto los granos como la matriz que predominan son de cuarzo.
En este conjunto montañoso está el lugar más alto de esta pequeña cadena de areniscas, 1610 m, aunque el pico del propiamente llamado Soukna, tiene 1603 m.
Rodeándole, hay un cinturón de pueblos: Taria, Boualdine, Mansoura Talaita, Ahlalech, El Barhabaâ, Beni Bouhar, Hommar, Tanakoub, Tiarta Tioukal, Aïn Lahcen, Taounite etc. Llama la atención que todos están situados a una altura media de 900 m, sin duda, esto es debido a que a esa altitud se encuentra situado el "nivel de las fuentes", por donde el agua infiltrada en la permeable arenisca surge al exterior al encontrarse con la capa impermeable de las margas de Beni Ider.
El bosque autóctono es el alcornocal con el quejigo moro y el pino rodeno magrebí, pero la presión agrícola y ganadera es muy fuerte y en las proximidades de los pueblos ha desaparecido o está muy degradado. Existen también amplias extensiones repobladas de pino.
Los accesos son fáciles porque hay una pista que se inicia en la carretera de Chaouen, cerca de la rotonda desde la que sale la que sube a la ciudad y que discurre a media ladera en dirección NE-SE y enlaza con la carretera que va desde Dardara a Tanakoub-Kasar el Kebir-Souk el Khemis de Beni Aross; sin lluvia se puede hacer hasta con un coche normal, aunque con algunas dificultades.
También se puede acceder por la citada carretera que pasa por Tanakoub; en el cruce de Dardara hay que seguir por la carretera de Ouazzane y a unos 2 km, a la derecha, está la entrada. 


Actualmente se están señalizando algunos circuitos de senderismo y abriendo casas rurales para atraer a los turistas que vienen sobre todo a visitar Chaouen.


La caza, sobre todo del jabalí, también ha sido una actividad frecuente en sus bosques y actualmente existe una "Reserva Real de Caza" en el extremo oriental que tiene la entrada por el cruce de Dardara.


Esta foto del 2006 muestra a algunos miembros de una cacería en el Bouhachem.

Algunos pueblos de la vertiente occidental donde predominan los olivares cultivados en terrazas, por lo que es frecuente encontrar numerosas almazaras tradicionales que aún funcionan durante el otoño- invierno, tras la recogida de la aceituna.

Vista de una de las cumbres del complejo montañoso del Soukna desde el sur, con una canalización que salía desde una pequeña presa, hoy destruida. Se puede apreciar que las masas boscosas han quedado relegadas a las partes altas.

Al fondo, el Soukna desde Tanakoub.

Desde el noreste el Soukna aparece al fondo, tapado por sus estribaciones repobladas de pinos.

Pueblos de la vertiente norte. Se observa que el bosque ha desaparecido completamente y que las tierras de cultivo han ido remontando por la pendiente de forma anárquica, sin ningún tipo de protección frente a la erosión. Los cultivos tradicionales más antiguos se realizan, sin embargo, en cuidadas terrazas que frenan la acción erosiva de las aguas.

Otra muestra de terrenos agrícolas en fuerte pendiente, con el Bouhachem al fondo. Este tipo de agricultura es totalmente insostenible y conduce de manera  irremediable a la desertización.

Se pueden apreciar los tres estratos altitudinales: al fondo el Soukna con sus capas plegadas de arenisca y con la vegetación autóctona más o menos conservada; la zona intermedia protegida por una vegetación arbustiva y pinos de repoblación y la zona agrícola en torno a los pueblos convertida en un pedregal.

Desde la carretera de Tanakoub se observa este interesante corte geológico con las areniscas plegadas y el contacto entre las capas numidienses y el flychs de Beni Ider.

A lo largo de la carretera también se observan las deformaciones de los materiales del flychs de Beni Ider.

A lo largo de la pista que discurre bordeando el macizo por la zona oriental, más o menos en dirección N-S, abundan las fuentes de todo tipo. Esta es una de las más tradicionales; como vemos, el manantial es protegido por unos muros de piedra.

Este otro no tiene protección; en él, el agua brota del suelo a borbotones creando constantes burbujas.

Estanque que almacena el agua del manantial anterior para suministro del pueblo cercano y riego de sus cultivos.

Testigo del antiguo alcornocal ha quedado este viejo árbol para dar sombra a los que se acercan a beber y descansar junto al estanque.

Después de las primeras lluvias del otoño y hasta el inicio del verano, los riachuelos bajan desde el Soukna en todas las direcciones.

Cuando se inicia el ascenso de la montaña, en los recónditos vallecillos por donde descienden estos arroyos, se puede encontrar aún, a lo largo de ellos, la típica vegetación de la laurisilva que esconde y alimenta a numerosas aves que pasan aquí el invierno. 

Antigua presa, hoy inservible porque se ha roto su muro de contención. A la derecha se observa el borde del bosque de pinos de repoblación; durante el otoño abundan en él los níscalos.

En la zona degradada del matorral es frecuente encontrar este curioso hongo (Pisolithus tinctorius) que tiene propiedades tintóreas y tiñe de marrón. También se encuentran numerosas setas comestibles.

Como en toda la zona del Bouhachem y de las montañas circundantes, es frecuente encontrar muestras del desmochamiento de los árboles para obtener pasto fresco para el ganado, sobre todo en verano.

El resultado de la destrucción de la capa arbórea es la instalación de los arbustos típicos: jaras, madroños y brezos.

En los lugares deforestados, si el suelo guarda suficiente  humedad, crecen casi en exclusiva, los helechos.

Dos quejigos moros (Quercus canariensis) supervivientes entre el pedregal.

Cuando se acerca la época de preparar  los campos para la siembra, es frecuente que al caer la tarde se inicien incendios para limpiar las laderas de vegetación y poder cultivarlas.

Tumba muy sencilla dentro de un santuario.

Ascenso al Sukna por la vertiente noreste.

El grupo de senderistas preparándose para comer debajo de un magnífico ejemplar de quejigo moro.

Panorámica desde el Soukna hacia Bab Taza del invierno pasado, con nieve en las crestas.

El Jebel L'Âkra nevado.

Chaouen y el Tizouka.

Laderas de margas versicolores del flychs de Beni Ider y al fondo la dorsal calcárea.

Al fondo la presa del Oued Laou y más lejos, el mar.

Vertiente sur del Bouhachem.


Vertiente sur del Bouhachem donde está situado el pueblo de Ouled Ben Blal.

Muro de piedra seca para delimitar el patio de la casa.

Mezquita camino de Tanakoub.