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ESTE BLOG PRETENDE MOSTRAR LAS BELLEZAS NATURALES Y ETNOGRÁFICAS DE LA ZONA NOROCCIDENTAL DE MARRUECOS. PERTENECE A UN GRUPO DE AMIGOS QUE DESDE 2003 PRACTICA EL SENDERISMO TODOS LOS DOMINGOS POR LOS ALREDEDORES DE TETUÁN. CONTACTO: gorgueste@gmail.com

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MONOGRÁFICOS.

sábado, 16 de julio de 2011

LA ZAOUIA DE SIDI HEDDI EN BENI AROS (15/07/2011). REVISADO EL 07/2022.


La entrada a la zauia, presidida por una morera, presagia la sencillez y tranquilidad  de su interior.

La biografía de Sidi Heddi y su instalación en la región de Beni Aross se basa, como suele ser frecuente en la mayoría de las historias de santos y de  santuarios, en la tradición oral, y por tanto,  la realidad histórica está mezclada con leyendas populares en las que no son importantes ni el tiempo ni el espacio, sino los hechos milagrosos en los que interviene el santo.
Las características de esta zauia están recogidas en numerosas publicaciones en francés y en español, más accesibles a los europeos que el árabe, lengua en la que, sin duda, también se podrá encontrar información.
Como referencias bibliográficas fáciles de encontrar para todo el mundo que quiera conocer más cosas sobre esta cofradía,  hay que destacar :
- Le Maroc inconnu. Exploration  des Jbala de G. Moulièras al que se puede acceder en  gallica.bnf.fr.
- Le monachisme errant dans l’Islam : Sidi Heddi et les Heddawa de René Brunel. Librairie Larose. Paris 1955, ambos en francés.
En español:  
- En el libro: Magia y superstición: Santos y santuarios de Marruecos- 2006,  recoge un artículo sobre este santo, publicado en la revista Mauritania nº 154. El 1 de septiembre de 1940.
- Los Heddaua de Beni Aros y su extraño rito. Ramón Touceda Fontenla. 1955. Editora Marroquí. Tetuán.
- AGA 81/12694 (Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares). Estudio de Sidi Heddi. Valentín Beneitez Cantero. 1946.
AGA 81/12698 y 81/12695. Leyenda histórica de la cofradía de Sidi Heddi. Trabajo del capitán Beneitez. 8/4/1944.  

La tradición dice que Sidi Heddi nació en Aoufous en Tafilalt, a orillas de un afluente del Ziz a 32 km al Norte de Erfoud y se cree que la fecha de su nacimiento debió ser entre 1740-1805, algunos autores señalan que sobre 1810-1815 ya estaba en esta zauia.
Se le presenta como un anacoreta que solo se ocupaba de la adoración de Dios, vestía una chilaba andrajosa, la derbala, como símbolo de humildad y mortificación, renunció a los placeres físicos y por tanto practicó el celibato y tenía el poder de hacer milagros: curaba enfermedades, sobre todo del hígado, del bazo y las mentales, devolvía  la fertilidad a las mujeres que no podían tener hijos, dominaba a las fuerzas ocultas del mal, traía la lluvia durante las sequías y adivinaba los pensamientos. En definitiva, tenía la baraka o el don de santidad como muchos otros hombres santos.

Sus seguidores son los heddaua o buhala desaparecidos prácticamente en la actualidad, constituían una cofradía de monjes errantes que vestían  harapos como el santo, no se cortaban el pelo ni se afeitaban,  la mayoría practicaba el celibato, vivían de la limosna, tocaban tambores y fumaban hachís para entrar en trance, recitaban plegarias a Sidi Heddi y repetían el nombre de Dios. En los pueblos donde pedían limosna despertaban veneración y al mismo tiempo provocaban  terror por sus maldiciones y por los poderes sobrenaturales que se les adjudicaba; sin embargo entre la gente culta de mayor nivel económico se les consideraba "vagabundos heréticos, sin fe ni ley". 

Los seguidores de Sidi Heddi, constituían una cofradía muy especial, cuyos principios,  costumbres y normas de organización no tienen nada que ver con las del resto de las cofradías sufíes tradicionales ni con la ortodoxia islámica.

La zauia estaba dirigida, con mano firme, por un mokaddem que no salía de ella. Era elegido entre los que la mayoría consideraba los mejores de los buhala.  Además de ocuparse de la organización y administración era el responsable de castigar a los que cometían alguna falta. Hay testimonios sobre el rigor de los castigos aplicados a los infractores, a los que se les ataba a un granado y todos sus compañeros los azotaban con varas y si la falta era grave, después, los echaban de la cofradía.
Aunque esta es la única zauia que tenía la cofradía, a los heddaua se les podía encontrar en zocos y santuarios de todo el país e   incluso en Argelia, ya que tres veces al año realizaban la ziara, es decir salían a mendigar para aportar lo recaudado a Sidi Heddi.
Todos los jueves iban al zoco cercano de Beni Aros, portando un palo terminado en una punta metálica afilada, una o más banderas y tambores y pedían limosna de puesto en puesto, aunque también compraban los productos que la zauia podía necesitar en ese momento.
Los que permanecían en la zauia estaban organizados en cuadrillas que se ocupaban de las diferentes tareas: traer leña, trabajar el campo, degollar a las reses y hacer la comida, cuidar de los caballos y las mulas, cuidar los rebaños de ganado y los más viejos se dedicaban a tocar el tambor y a rezar.

Según V. Beneitez Cantero: No comían verduras y sí mucha carne, grasa y sebo, eso  unido a su vida de trabajo y de marchas largas, les proporciona una fuerte contextura.

Los heddaua que estaban fuera volvían siempre para participar en el mussem (romería) de Moulay Abdessalam, santuario cercano a la zauia con el que tenían una relación especial.

En el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares (Madrid), se conserva el documento AGA-12695.3.11 que el Interventor General de Larache, D. Julio de Tienda Ortiz, dirige a Ilmo. Sr. Delegado de Asuntos Indígenas de Tetuán el 3 de mayo de 1934: “pidiendo autorización al Representante del Monopolio de Tabacos con el ruego de que se tenga a bien lo que esté a su alcance para conceder autorización”.
Dice textualmente:  La Zauia de Sidi Hed-di tiene su sede en la Kabila de Beni Arós y en el mismo lugar de su emplazamiento está enterrado el Santo; sus servidores Hed-dauas tienen por votos andar mal vestidos, andrajosos, con la melena larga y sucios y su misión es andar por todas la kabilas pidiendo limosna para la Zauia, cuyos productos traen generalmente en bestias, bien en metálico o en especie.
Esta institución es altamente beneficiosa para el elemento indígena ya que altruistamente proporciona asilo y comida durante tres noches seguidas a caminantes que se acogen a su amparo; posee bienes y ganado y todos sus productos se destinan a este objeto, estando regida por un mokadem que lleva la dirección y administración con bastante lucimiento por cierto, pues a la vista está la prosperidad y estado actual.
Los Hed-dauas, indígenas de diferente condición social, se acogen a esta vida de trabajo y sacrificio con el aliciente único de las delicias que le proporciona el kif y sus derivados, como la “Haxixa” que la zauia se encarga de poner a su alcance; a este efecto, casi todos al regreso de sus andanzas por las kabilas suelen ser portadores de kif que dedican  a esta necesidad y para su exclusivo uso personal, pidiéndolo o comprándolo en las kabilas de Gomara: autorizadas para su cultivo.

Expuesto lo que antecede, creo conveniente, salvo siempre el mejor parecer de V.S.I., se tolere esta práctica  de los Hed-dauas y puedan traer el kif que necesitan para la zauia con la garantía expresada por el Mokadem de la Zauia, persona de reconocida solvencia y ascendiente en la Kabila, de que  este kif es exclusivamente para uso personal de sus servidores y nunca para comerciar, con él.


Emplazamiento de la zauia en Google Earth.

La zauia está situada sobre una terraza de la margen derecha del río Mejazen, unos 2 km antes de llegar a Souk el Jemis de Beni Aros por la carretera que sube desde Larache a Moulay Abdessalam.  


Edificios de la zauia rodeados de olivos y otros frutales.

Está formada por un conjunto de edificios de barro distribuidos en forma de U en torno a un patio central, estrecho, alargado y abierto por la zona que da al río, pintados de blanco y verde claro.
Un brazo de la U lo forman:  un edificio donde está el mausoleo con la tumba del santo y de su amigo y discípulo  Er-Reddan y las habitaciones de los peregrinos y otro edificio donde vive el mokadem y su familia, separados ambos por una estrecha calle de entrada a la zauia. La casa familiar tiene un patio central interior cuadrangular, semejante al que tienen las casas tradicionales de la zona; unido a él se encuentra hacia la zona de los huertos, los almacenes donde se guardaba, en otros tiempos, las limosnas recolectadas; los establos y el horno.

Al fondo se ve el edificio del mausoleo y las habitaciones de los peregrinos.

En la foto se observa el mausoleo con las tumbas de Sidi Heddi y de su amigo y discípulo Sidi Muley Jaib Er-Reddan, bandido de la zona que se hizo seguidor suyo.  Al fondo el Mokadem rezando y una de las ventanas que se abren a la galería cerrada que rodea al mausoleo.



La tradición dice que a la entrada de la tumba hay una losa bajo la cual se esconde un tesoro. Esta creencia está muy extendida en la región y es frecuente encontrar que en algunas tumbas de santos el suelo está removido y ha sido excavado, sin duda en busca del mítico tesoro escondido.

Galería que rodea al mausoleo sobre el que se abren dos ventanas y que recorren los peregrinos rezando y meditando o formulando sus peticiones al santo. El suelo está recubierto de corcho y en la pared hay unas repisas para dejar objetos  o poner velas.

Una de las dos ventanas del mausoleo que dan al corredor o galería que lo rodea.


Vista del interior del mausoleo desde la ventana.

Habitación de los peregrinos con esteras en el suelo para dormir y descansar.

En 2022 el mausoleo ha sido modificado y este el aspecto que tiene en la actualidad.

Exterior del mausoleo (Foto: Cherif Med Ali) 

Interior del mausoleo (Foto: Cherif Med Ali) 

Las tumbas de Sidi Heddi y de su amigo y discípulo Sidi Muley Jaib Er-Reddan (Foto: Cherif Med Ali) 

Interior de la casa familiar donde se cocina. Una de las mujeres que vive allí muestra el cuscús que ofrecen durante la cena a los peregrinos. A todos los que llegan se les da de cenar durante tres días, pero si están enfermos y no pueden partir se les alimenta hasta que se recuperen. Antiguamente, cuando había malas cosechas y el hambre afectaba a los habitantes de la región, la zauia los alimentaba con  las provisiones que almacenaba procedentes de las limosnas, donaciones y algunas propiedades como terrenos y granjas que poseía en los alrededores.


Zona detrás de la casa familiar que da a los huertos, hoy abandonados, donde están los almacenes, establos y el horno.

Horno tradicional construido en barro. En el interior se quema la leña para calentarlo y una vez consumido el fuego,  se retira la ceniza y las brasas a un lado o se sacan al exterior y en el suelo del horno se pone el pan a cocer.

El otro brazo de la U, lo forman otros dos edificios, el primero tiene una serie de aposentos para los peregrinos y la mezquita;  sobre ambos y bajo el tejado, se guardaban los instrumentos de los heddaua;  El segundo, más cerca del río, es la casa del fkir.

 Desván sobre la mezquita donde los heddawa guardaban sus tambores y otras pertenencias.

Al fondo a la izquierda, habitaciones y subida al desván, enfrente, entrada a la mezquita, la mujer del Mokadem, su hijo Abdesslam y un visitante.

Otro de los hijos del Mokadem en el interior de la mezquita

  Puerta de la mezquita que da a la calle que baja a la balsa sagrada del río Mejazen.

La nueva mezquita en 2022 (Foto: Cherif Med Ali) 

(Foto: Cherif Med Ali) 

Casa del fkir, encargado de dirigir la oración en la mezquita, con una parra llena de uvas. La casa está muy agrietada y casi en estado de ruina total.

Cierra la U el edificio de la cocina, muy rústica y primitiva, sin chimenea; el libro de René Brunel describe que estaba llena de enormes marmitas en las que se cocinaba para más de 200 personas.

La cocina tradicional es una nave con suelo de barro sobre el que se hace el fuego, a veces hay una oquedad redondeada o cuadrangular limitada por un pequeño murete de piedras o simplemente hay varias piedras sueltas, como en este caso,  sobre las que se apoyan las marmitas.

Techumbre de la cocina con numerosas aberturas para que salga el humo ya que no hay chimenea.

Como en la mayoría de los santuarios de la región, no podía faltar ni el árbol ni el agua sagrada, íntimamente ligados a la doctrina sufi de Moulay Abdessalam.

El árbol sagrado es un acebuche y la leyenda cuenta que en su hueco vivió Sidi Heddi antes de construir la zauia, está en la bajada al río. Al fondo de la foto se ve la casa del fkir y en un segundo plano la mezquita.

Desde el árbol sagrado sale una senda que se dirige al río entre un cañaveral y a los pocos metros se encuentra esta poza en el río Mejazen  (famoso porque en sus orillas tuvo lugar la batalla de los tres reyes contra los portugueses). Se cree que ha sido profundizada de forma artificial para que en la época de verano siga teniendo agua a pesar de que el resto del cauce esté seco.  Todo lo que hay allí: agua, barbos, anguilas, ranas y tortugas son sagrados y existía  un complejo ritual en torno a ella en el que se incluía echar allí el primer plato de cuscús que salía de la cocina para la cena.
La leyenda cuenta que en el fondo están escondidas las llaves del mundo o las llaves de los secretos que estaban en poder de los siete santos varones y que Sidi Heddi consiguió arrebatarles.

Las zauias tuvieron mucho poder desde el siglo XVIII hasta la independencia de Marruecos y en algunos casos fueron no solo uno de los principales focos de oposición a la invasión extranjera sino también al sultán.
Abolido el protectorado se inició un debilitamiento de éstas que las llevó a desaparecer o a perder el poder que tenían. Entre las causas de su debilitamiento están: la prohibición de los mussem, la  modernización del país y el intento de erradicar las estructuras sociales medievales que amparaban las zauias, el fomento desde las instituciones oficiales de otras tendencias del Islam como la  Tijaniya, y por último, cuando el wahhabismo empezó a instalarse en ciertas capas de la sociedad éste impuso su rechazo al culto de los santos.

El Mokadem actual y su hijo. Su misión es orar dentro de la tumba del santo y dirigir la zauia, las llaves que porta en la mano son el símbolo del control total que ejerce sobre  los bienes y las personas que viven allí o llegan como peregrinos. Antiguamente era la máxima autoridad de los heddaua y era elegido democráticamente entre ellos, pero en la actualidad lo nombran las autoridades religiosas.

En la actualidad desde el Ministerio de Asuntos Religiosos se ha iniciado una política de apoyo a las zauias, sobre todo a las más prestigiosas.
Pero con independencia de las motivaciones religiosas y políticas que pueden mover el viento en una dirección o en otra, habría que considerar que zauias y santuarios forman parte del patrimonio cultural del pueblo y que  pueden tener una importante función en el desarrollo local de las zonas rurales,  no sólo porque pueden colaborar en el fomento del turismo, sino también porque pueden suponer una fuente de cohesión  y de identificación  con sus raíces de los hijos de millones de marroquíes que han abandonado el campo para irse a la ciudad o al extranjero y que vuelven de vacaciones al pueblo. Para que esto ocurra las zauias también tendrán que saber adaptarse a los tiempos modernos sin destruir su patrimonio arquitectónico y cultural.
En la región de Chaouen-Beni Aros hay una enorme tradición de peregrinaje por sus santuarios, sobre todo a Moulay Abdesslam; aprovechando la afición al senderismo que últimamente se está desarrollando en Marruecos, no estaría mal diseñar unos "caminos" a semejanza de los de Santiago de Compostela, que confluyeran en la cima del Jbel Alam. La tradición ya está, pero muchos de los caminos se han borrado; además habría que dotarlos de contenidos y de zonas donde comer y pernoctar con comodidad.

Sería lamentable que la tranquila y sencilla zauia de Sidi Heddi se destruyera por abandono o por una intervención arquitectónica inapropiada.

GALERIA FOTOGRÁFICA DE BUJALA
Estas fotos son del libro: Los Heddaua de Beni Aros y su extraño rito. Ramón Touceda Fontenla. 1955. Editora Marroquí. Tetuán.









































El mokadem el Muley Ahmed El Meslohi, natural de Tameslohht, de unos 30-35 años, sustituyó en 1944 al Mokadem Sidi Yilali El Jolti El Bujari que murió a los 100 años de edad después de permanecer 65 años al frente de la Zauia. (según consta el documento AGA-81/12695.7.9).





En este blog se pueden encontrar otros artículos relacionados con esta Zauia y con la tradición del peregrinaje  a Moulay Abdessalam en:
1.- La tumba de Sidi Mchich en Beni Aros.
2.- Santuario de Sidi Ahmed Mezouar en Dar Er Rati (Sumata).
3.- Ez-Zaouia de Sidi Issaf Tlidi (Circuito de los peregrinos a Moulay Abdessalam)
4.-Santuario de Moulay Abdessalam Ibn Mchich del Jbel Alam
5.- Tazrout y la Zauia de los Raisuni.

4 comentarios:

  1. Pierre Guicheneydiciembre 20, 2015

    Esta publicacion está muy interesante y llena de informaciones únicas y preciosas. ¡ Gracias! Pierre Guicheney, escritor y documentarista frances

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  2. Mucho más interesante es visitar la zaouia, así que nada más que pueda vaya a sentarse un rato bajo el árbol biblioteca.

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  3. He viajado este mes a la zona, porque tenemos un amigo que nació allí aunque ahora vive en España. He quedado cautivado por la belleza de todo el valle y estoy seguro que volveré muchas más veces. Nuestro amigo nació en Ain Hdid. ¿Podríais informar un poco sobre el lugar o dedicarle una entrada? ¡Muchas gracias por el blog, es genial!

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    1. Hay una entrada que trata de un santuario en Aïn Hdid.

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